Agua

Tocar de nuevo el agua
pero esta vez con tu figura cercana,
a micrómetros de distancia,
entre recónditos pasillos de la mente
y sobre ellos, y sobre todo, sonriendo.
Sonriendo entre mis nubes, mis miedos
y los algoritmos de la suerte, encendidas
las luces del bosque negro y mis manos
buscándote como siempre, y encontrando
el brillo de unos ojos, una caricia
y el crujir de las hojas
una vez más…
Soy el pasajero que te mira,
el invitado a una cena que olvida comer,
que ciego determina sus ofrendas a los dioses
en un coro de voces que se pierde en su interior.
«Qué imbécil», piensas mientras caigo
tras haber reido, gritado y bailado contigo,
trastabillando las palabras, perdiendo la vergüenza,
soñando con la luna de tu coche cubierto
de estrellas, estrellas de brillos de agua
que resbalan por tu espalda.