Ya sabía que morirían

Y yo ya sabía que morirían
las frases interminables,
los cánticos nocturnos, las claves,
los remolinos de imposibles.
Y ya sabía que rodaría planos
solo, solamente fumando aire frío
y dinamitando el pasado con poemas
sin lógica aparente, sin tu cuerpo.
Solo yo puedo salvarme de mí mismo,
de ese resbalón de sombras que se cuela
bajo la puerta, bajo las mantas y sobre
la luna moribunda de las pestañas.
Y extenderé de nuevo las postales;
el olivo, el prado verde, el sol de invierno.