Abril moribundo

He vuelto a disiparme,
a olvidar que nada frena,
que los acontecimientos se suceden,
aunque quiera congelarme
en crepúsculos de niebla.
Volver a levantar el telón
y verme actuar con dieciséis,
y verme en una tarde soleada
de abril moribundo,
de críos en un patio
de colegio en sepia.
Verme de frente, sonriente,
sudando tinta nueva e imaginando
mañanas llenos de maravilla,
fantasía, color y ella.
Ella y un cuadro de mediodía
en un salón de luz.
Sabiendo que si me doy la vuelta;
habrá un hombre bajo llave
que deambulará en mis oídos,
cuando baje la guardia
y caiga en esas aguas
aterciopeladas.
Un hombre de negro,
de sombra y sombrero,
cubierto de espinas, llamas
de voz en miedo.
Pero esta noche he vuelto
a verme en aquel gimnasio viejo,
actuando con Yann Tiersen de fondo,
mirando al techo, mirándome de frente…,
al hombre gris que sería
años después.
He vuelto a desvestirme de polvo,
dejando que esta agua cubra los poros,
las heridas y oquedades que la tierra seca,
la hierba y el aire, han formado en mi raíz.