Las cosas que dejamos.

Las cosas perdidas,
olvidadas en el umbral de la muerte.
Las cosas que me llevo
dejándolas atrás.
Como en esos sueños
en los que robo,
en los que arranco un objeto.
Como en esas artimañas del cerebro
en las que intento recordar tu nombre
o vaciar de ti mi memoria.
Las cosas que te llevarás,
olvidándome en la niebla.
Los calcetines que te quedaste,
bajo la lluvia,
las sombras y luces que dejaste,
agujereadas.
Camino sin pensarlo,
hacia el abismo,
hacia el volcán de recuerdos,
donde tus velas todavía ondean
sobre lava de arterias abiertas
sobre el pálpito que la noche guarda,
sobre el árbol donde te miro a los ojos
y tú todavía me miras,
y sonrío, de verdad.
Qué ocurre con las cosas,
con las cosas cuando morimos,
qué ocurre con las historias
que guardan sin saberlo.
Qué ocurre con el recuerdo,
con la corteza insondable de su memoria,
de nuestro paso por el mundo.
Te diría que estamos ahí,
en cada carta escrita,
en cada revista o libro leído,
en cada película que tocamos
que miramos en un círculo que se romperá.
Porque la vida nos engaña siempre,
bajo el día a día,
hasta que sus cuerdas se quiebran.
Te diría tantas cosas, tantas…,
pero sé que no llegarás hasta aquí abajo,
bajo las raíces de los versos decrecientes,
bajo el césped que pisábamos en verano,
bajo el restaurante que murió,
como murieron sus abuelos.
Las cosas que se pierden
cuando marchamos,
cuando en la cresta del volcán
vaciamos los bolsillos,
lloramos y reímos y volamos como nunca,
como nunca lo hicimos,
cuando éramos críos.
Y ya me despido,
entre la bruma de tu recuerdo,
entre ese sueño que olvidas
cuando despiertas lamentando,
que perdiste algo importante,
algo irreparable,
en la corriente que desaparece.
Tengo 53 años y con tu bonita poesía revive mis 18 años. Todos tenemos recuerdos …Y sueños rotos. Gracias.
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¡Muchas gracias por tu respuesta! También quedan sueños por rebuscar entre las hendiduras de la realidad, y aunque estén rotos siempre se podrán pegar, poco a poco. Un abrazo enorme 🙂
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