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Aprendiendo a Soñar

Habita una canción en el alma
fuerte e inspiradora,
cálida y fría.

Un compás para todo corazón
habita en cada caja de huesos,
en cada conjunto de palpitaciones,
de relojes hacia el abismo.

Violines en aquel atardecer,
sirenas lejanas en el horizonte oceánico.
Dorada noche en la que pude oír
tu voz elevándose sobre el hastío,
impresa para siempre en cada acorde.

Desperté con el corazón en la boca,
con un relato oscuro en los dedos.
Desperté echándote de menos,
con cien lobos a cada lado de la espalda,
buscando ventanas irreales
para curar mis ojos y recordar,
recordar para alcanzar un sueño.

Habita una canción en las entrañas,
un eco profundo que se expande
que se cuela en cada momento,
en cada lugar al que viajamos.

Se mueven sus raíces bajo mis pies…
El río que me llevará a casa otra vez,
a pesar de que el faro haya consumido todas sus velas
puede que la vida se dé la vuelta.

Desperté en tus brazos,
creyendo que todo había sido una pesadilla
de cien lobos a cada lado de la espalda,
de raíces interminables bajo la piel.
Desperté escuchando tu canción
y entonces comprendí
que el secreto está
en vivir aprendiendo a soñar.

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