Destino
Se sienta sobre un banco viejo de un parque solitario a causa de la intempestiva hora. Sus ojos hablan por sí solos y la música procedente de alguna tienda cercana llega hasta sus oídos.
Lo ha dejado todo en cuestión de días, su pareja, su casa y su trabajo. Su madre le ha preguntado mil veces porqué lo ha hecho, pero siempre que le responde lo hace con una mentira distinta.
Ella no tiene que dar explicaciones, pues se sentía sola a pesar de tener esas tres cosas. Un día se despertó incompleta, vacía, perdida en un mar de recuerdos y sueños que había dejado atrás con el tiempo. Sabía que quizá se arrepintiese con la decisión que iba a tomar, pero tenía que correr ese riesgo.
Un autobús, un barco y un taxi la alejaron del presente para adentrarla de nuevo en el pasado, un pasado que olía a futuro por los cuatro costados. Llevaba su vieja guitarra a la espalda cuando entró de nuevo en la casa de su infancia, una casa que vació de tristezas y llenó de alegrías.
Muchos la miraron tocando su guitarra en un parque del centro, de esos que la miraban unos cuantos decidieron conocerla. Con el tiempo, sin haber buscado siquiera, una pieza de su pasado se reencontró con ella, en una tarde otoñal iluminada por un sol que comenzaba a caer en el horizonte.
Hoy, todavía hay gente que se acerca al mismo lugar, esperando que la sintonía antigua de una canción que ya no suena, vuele entre los árboles y los columpios oxidados. Convirtiendo en mágica la vieja atmósfera de un parque vacío.