Un Verano Adolescente
Subíamos a las rocas de la costa,
veíamos el sol a lo lejos, ya cayendo en el horizonte,
construíamos futuros inciertos
que se rompían en un instante, en un segundo.
Aspirábamos ese aire cálido de verano,
buscábamos sin descanso nuestras manos,
y rozábamos el cielo sin volar,
probábamos pequeños sorbos de felicidad,
que duran lo que dura un verano adolescente.
Vivíamos sin vendas en los ojos
aprovechando los fugaces amaneceres,
incendiando recuerdos y creando otros nuevos,
nuevas situaciones compartidas,
nuevos sueños y esperanzas perdidas.
Ahora que mis ojos no son ojos,
que mi boca ya no te siente
y mis dedos no te tocan,
ahora soy pasto de los remordimientos,
de las lágrimas ahogadas y las noches infinitas.
Siempre te busco,
te miro,
te hablo,
estoy contigo en mil lugares,
en mil momentos perdidos
de un pasado inalcanzable.