Nubes de Humo
Anuncio mi despedida entre calles y aceras viejas, guardo entre mis manos la última lágrima que estos ojos han derramado, lágrima que resbala lentamente entre mis fríos dedos.
Saca un cigarrillo de la cajetilla, le prende fuego, el humo comienza a cubrir cada centímetro del cielo que mira, observa el horizonte y las nubes se mezclan con el aire que exhala su boca, amarga boca.
El cigarrillo se consume entre sus dedos, y poco a poco se funde con el pasado, poco a poco se convierte en un simple recuerdo, se desvanece con el aire, se deshace en el viento.
La guitarra descansa sobre el suelo, la recoge y se sienta. Mira el cielo, de nuevo, ahora no hay humo, solo nubes claras y oscuras.
Sus dedos recorren las cuerdas, y el sonido retumba entre los edificios, las notas viajan entre la gente que camina bajo las farolas y atraviesa las palabras que pronuncian, las parte en dos y las vuelve a unir, las transforma.
Dicen que este no es el fin, y que las cuerdas de esta guitarra podrán sobrevivir a cualquier tempestad por fuerte que sea, que soportarán tu abandono y el paso del tiempo, que la música es inmortal y las palabras ocultan la verdad…
Mientras las notas resbalan sobre el suelo y vuelan sobre tu cabeza, los recuerdos asaltan la muralla que construiste, vuelven a rodearte, a cubrir tu cuerpo en un manto transparente.
Ese recuerdo… aquella suave brisa bajo un árbol perdido en el tiempo podrá curar cualquier herida… podrás viajar cada día a ese instante de paz, cerrar los ojos para poder ver más allá.
La canción termina y el sol se escapa en el horizonte, las gaviotas vuelan desperdigadas en el cielo, quizá le busquen a él, quizás quieran llevarse su alma para poder verla de nuevo sonreir…
“Una promesa se ocultó entre las sombras que proyectaba su cuerpo aquella tarde, no sabría explicar el qué, pero algo cambió, no sabría decirte cómo, pero la luz se hizo más intensa bajo el abrazo de aquel extraño sol”