Una voz que es un eco

de las cosas que hicimos,

unas dulces cuerdas rasgadas

que arrastran mis oídos al abismo,

al vértigo de la vida, que juega y juega

al escondite en llamas.

 

Una vez grité una canción dormido

que era ella hablándome al oído;

dos palabras, un silencio y esa brecha

a un mundo que devoré apartando la mirada,

de alfileres y amigos, abrigos de palabras

que confeccioné solo, solo en esta cueva

nacarada de rostros.

 

La espada en una esquina,

la espalda contra la ventana

y dejo que me sigas arrastrando y caigo

en espirales de fuego inmortales,

en juegos de la vida con mi mente,

demente en algoritmos de tiras y aflojas…

 

No quiero desaparecer de nuevo,

ser parte de esas esquirlas incineradas,

estar en un bote a la deriva y perderme

contando cuerpos, contando notas

de canciones olvidadas, noches que terminan

en días que se diluyen en nuevas noches

eternas de un «tictac» desacompasado.

 

Una voz que es un eco dulce,

un sonoro despertar de pronto

como una verdad sepultada

en lo más hondo y profundo

del alma.

 


Comentarios

Una respuesta a “Abrigos de palabras”

  1. 👏👏👏👏👏

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