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La Corriente

 

Es jueves y la noche acecha,

vaciando su oscuridad

en círculos de arena

agua y sal.

 

Un murciélago, el más atrevido,

sale y se divierte

cazando mariposas

apresando las notas cálidas

de un verano corriente.

 

Corriente pareció entonces,

hasta que años sinuosos 

ocultaron su paso

dejando en las colinas

señales de humo.

 

Y la corriente fue desenterrando

su esqueleto momificado,

su recuerdo de sol y playa,

sus enredaderas ascendentes 

hacia el cielo en calma.

 

Tu voz se escucha, lejana y tenue,

diría que es jueves porque el murciélago

canta en silbidos, tintineos de prosa,

una canción de tocadiscos viejo.

 

Y de pronto suena un coro,

unas luces proyectadas a lo largo

de una playa sin nombre,

flotando como parnaso 

de poetas moribundos

o Inferno de Dante.

 

Asciendo y cada átomo se encrespa,

se vuelve huracán de carne,

vuelo como aquel ser de ultratumba,

soy aquel animal lleno de culpa

que busca tus destellos de azul.

 

Es viernes y la noche espera

al viejo farero dormido,

que dibuja en las sombras

un recuerdo ya perdido.

 

 

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