La razón de todo

He recibido más de trescientas cartas sin remitente. Cartas con relatos, cartas con poemas, cartas con uno o dos párrafos que apenas se comprenden…, y la única relación que veo entre todas (a parte de la grafía dorada y estirada hacia atrás, que se curva sobre sí misma), es la firma. Simplemente, sea quien sea el autor, deja un garabato estilizado en una esquina de la página en el que se puede leer: «El Guardián». Y es este mismo pseudónimo el que me llevó a crear la página, cuando llevaba recibidas unas diez o doce historias…
Debo compartir esto en público porque llevo tiempo arrastrando esta mentira absurda, esta estúpida idea de intentar hacerme pasar por otra persona, de que podría llegar a engañar a alguien, engañaros a vosotros, engañarme a mí y al auténtico creador de todo este sinsentido.
Espero que en algún momento esto se resuelva, que sea quien sea «El Guardián» termine de una vez con esta idea paranoica y me explique la razón que le ha llevado a contarme toda esta serie de secuencias separadas que parecen no formar parte de nada concreto. Verdaderamente lo espero porque no puedo más, porque sus cartas se amontonan sobre mi escritorio y la ansiedad ha comenzado a aflorar con punzadas inaguantables en la cabeza, girándome cada vez que camino por la calle por si alguien me sigue, dibujando en el trabajo, sobre las libretas corroídas que sobreviven en mi mochila, una figura siniestra, un oscuro hombre que se desliza entre las sombras y me busca, me llama cuando intento escapar de esta ciudad gris.
Os escribo esto desde un lugar que me trae paz, espero que sepáis entenderme, comprenderme a pesar de la locura que os he contado.
Si alguna vez él se pronuncia os lo haré saber.