Una tórtola de alas rojas,

un gato a medio pintar

y dos voces sin cuerpo.

 

La luna,

su soledad inhóspita,

la sombra infinita,

su verso roto.

 

Una carta carcomida,

un sueño de corazón frugal

o frutal moribundo.

 

Una palabra

abierta en canal

y la brisa

en la sonrisa fotografiada

de una señal

de tráfico mudo.

 

Un televisor con cuernos,

una imagen en bucle,

un «hola», un «adiós»

y un torrente sanguíneo

que se clava como puñal

en un marco sin lienzo.

 

La luna,

su soledad a murmullos coloreada

y una canción que es un eco

el eco de un maullido

entre losas quebradas

y una tórtola de cristal.


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