Adentrándose en la suave locura

La sangre se vierte,
o se disuelve.
Vaciándose en mis letras
o en sus pétalos,
como canciones en ninguna parte.
No puedo describir lo que vive,
lo que se arrastra entre mis paredes,
lo que he visto y he inventado.
No puedo reconocer mis reflejos,
ni asomarme a tus espejos,
que como ángeles cristalinos,
rompen mi sueño, quiebran mis acentos.
Los relámpagos tapan los latidos,
de alguno de mis corazones marchitos.
Perdido en las nubes,
observando las lágrimas caer,
y la tormenta por todas partes,
la tormenta en todas partes.
Y cierro los ojos, mareado,
porque el avión ha cruzado
con su estela mis neuronas.
Y río, como un loco,
porque dibujo sus iniciales,
con nubes, polvo y ceniza.
Y perdido entre las nubes,
con la oscuridad salpicando las uñas,
el pelo y las pupilas…,
vomito mi vida entre los rayos,
y estos la iluminan, le dan la vuelta.
La tormenta en todas partes,
de tripas corazón florecientes,
se extienden los trucos
repletos de minúsculos microbios,
que los erigen en la noche.
En los fuegos de artificio,
de artificiales multitudes.
Como balas,
desaparecen en el telón mojado,
y mirando al público,
sus ojos destilan llanto,
y risa,
y el viento en la frente,
del universo.