Triste Libro sin Historia

No quiero llegar
a casa después de hoy.
Quiero perderme,
enredarme, correr,
dejando los pulmones sin oxígeno,
las preguntas sin interrogante.
El sol calienta diferente,
no mejor, ni peor,
de una manera extraña.
Calienta como lo hace en las despedidas,
sin un fuego real en el corazón,
simple luz que se incrusta en las heridas.
Llameantes estrellas escaparon
de la atmósfera lejana,
de los ojos vidriosos.
Llameantes estrellas adolescentes,
que se colaban en los labios,
en sus comisuras.
Os perdí mirando,
os perdí congelando
los recuerdos en la espesura.
Y no quiero llegar
al final del camino.
Y no quiero,
romper tus palabras con un adiós,
tus risas imperfectas,
los abrazos, las idas y venidas,
los intercambios de tinta.
Porque en el fondo sé
que contigo no habría límites,
no habría fortalezas impenetrables.
Porque en el fondo sé
que no tendré remedio al dolor,
remedio a las ensoñaciones,
a los poemas que te escribo,
plegándome como un triste libro
sin portada, sin historia.
¡ME gusto!
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