En la noche con estrellas de agua

Huele a hierba recién cortada,
a flores, a sonrisas en el viento.
Olía, olía a días imborrables,
a lo que la vida esperaba de sí misma.
Mientras temía a la muerte,
zurciendo sus miedos sobre el abismo.
Devuélveme al día que nos conocimos,
devuélveme a las noches eternas,
a las historias sin puntos,
sin finales, sin lágrimas.
Olía a árboles, a brisa entre los dedos,
a tener sueños imposibles.
Olía y huele, a desear tus vistas,
a recorrer la misma luna sobre la tierra,
para siempre, o mejor dicho,
para lo que queda.
Devuélveme al día de los días,
a la carroza de cristal
enfrentándose a cien ejércitos,
a los pájaros diminutos
que sobre tormentas vuelan,
que sobre nuestras cabezas marchaban.
El gran deseo que se marchita,
el enorme agujero en las costillas,
que se descose,
que se derrama sobre la moqueta.
Abierto de par en par,
a borbotones sobre mi careta.
Devuélveme a la vida,
simplemente eso.
Devuélveme si quieres,
si lo necesitas.
Devuélveme si me encuentras
en tus días tristes,
en tus días felices,
en la noche con estrellas de agua.