Senderos hacia el Abismo
Solo hay una carretera, es la única que puedo ver, a pesar de las bifurcaciones, de los caminos cruzados. Sé que estoy lejos de casa, e intuyo que el tiempo me arrastrará inevitablemente hacia algún lugar desconocido, o simplemente regresaré una y otra vez, una y otra vez… Sin conseguir quedarme.
A veces escucho una pequeña canción, que me anima a alzar la vista hacia el cielo, creyendo inconscientemente que los sonidos proceden de algún corazón lejano, que los versos y su rima las ha creado el viento. Absurdo, todo es tremendamente absurdo.
Absurdos pensamientos, absurdo comportamiento, absurda y ciega existencia de saludos, intermedios y despedidas. Mil sabios corretean por las calles, pero ya lo sabes, no hay verdades absolutas, como no hay una sola versión de nosotros mismos.
Ya lo sabes, no tengo tiempo para vivir todas las vidas que me gustaría, para trazar todas las historias que podría escribir, y no me siento con fuerza, ni albergo la capacidad necesaria para que el barro se convierta en una figura clara, para que las palabras se conecten y creen sentimientos en tu mente.
Pero no quiero perderme, a pesar de que la carretera baje serpenteando hacia el abismo. No quiero dejar que nuestros cuerpos se alejen a cada paso, ni que los recuerdos sean la única realidad que me mantenga vivo.
Ojalá pudiese decirte que soy valiente, que no tengo miedo de lo que vendrá, o que sé a ciencia cierta que podré abrazarte hasta quedarme sin aire. No puedo, porque durante todo este tiempo he visto que mi cabeza vuela y mis pies se enredan, que mi boca se mueve pero las palabras no nacen, que vivo pero nada se mueve.
Estoy lejos de casa, en una carretera que me envía inevitablemente al vacío, al olvido, a la muerte. Pero te imagino sonriendo en alguno de los caminos que se cruzan, te imagino explicándome que la vida solo la complican aquellos que la viven, como ya hiciste hace tiempo, cuando abriste mis ojos, los mismos que ahora están cerrados.