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Verde Desierto

Vuelvo a remar, 

sin dirección,
vuelvo a navegar en la niebla,
perdiendo con rapidez la razón.
La música envuelve mi cuerpo,
agujereando las defensas de la indiferencia,
estrechando el cerco de mis sentimientos,
enmudeciendo la voz de la comodidad.
Y corro, como nunca lo he hecho,
corriendo sobre el verde desierto,
cayendo cuando miro atrás,

volando sin moverme cuando imagino lo que vendrá.


Pero todavía no he levantado mi cara del suelo,
a pesar de los aleteos.


El cielo escribe mil esperanzas,
que dibujan con suavidad el contorno de las nubes,
grises, blancas,
durmiendo sobre el gran azul…
ahora lo ves.

Escribo cientos de cartas sin sello,
cientos de palabras que se mueren en mi boca,

y unos cuantos ruegos arrastrados con el viento,

y unos cuantos sueños atrapados en las sombras.


La vida se vierte sobre otros cuerpos,
explota en otros corazones,
brilla en otros ojos,
y murmura en mis oídos frases,
recuerdos de su paso por mi piel.



«La lluvia ya no moja, no molesta, solo maquilla las lágrimas»

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