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Pasados Perdidos






Lanzo la flor sobre el agua del mar, cristalina, luminosa, emitiendo pequeños rayos de luz que viajan hasta mis ojos, desnudos, fríos, húmedos de nuevo.


La ropa quiere escaparse de mi cuerpo, se mece con el viento frío de un invierno que todavía sigue vivo. Mis zapatos negros se hunden en la arena y el agua los cubre cada vez más con cada onda, con cada suspiro del océano.

Una gaviota camina sobre la arena, perdida, rebuscando entre las sombras  los pocos sueños que mantengo bajo mi piel.

La flor blanca sigue su camino sobre la superficie, el viaje ha comenzado. Los peces vuelan bajo sus pétalos, silenciosos, los rayos de sol dibujan su silueta difusa sobre la arena.

Quiero lanzar cada recuerdo con ella, quiero vaciar mi mente de pasados, de momentos, de sueños congelados sobre cielos nocturnos, de brillantes estrellas que se apagan con cada paso.

La ropa negra se confunde con mi sombra, las lágrimas se derraman despacio mientras el sol comienza a desvanecerse en el horizonte, fundiéndose con el mar.

Esta flor es mi vida, nuestra vida, la de todos nosotros, todas las historias que confluyen en una misma, mundos dentro de otros en una espiral inmensa que nos entrelaza, que nos une.

Las campanas suenan, lejos, confundiéndose con el sonido del mar… Y poco a poco desaparezco, desaparezco dejando como único testigo una flor blanca, un océano en calma y un sol partido a la mitad en el lejano horizonte.
«Nos encontramos aquel día, en aquel momento, porque antes o después no nos habríamos visto, ni hablado, ni siquiera habríamos existido.»

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