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La Estación del Olvido

Los autobuses llegan y se van, con el pasar de días que encierran los secretos de las almas que los aguardan.

La espera se vuelve eterna con el ir y venir de las caras, de los cuerpos que deambulan por la estación, gente que no sabe hacia donde camina, que no sabe cual será su destino, el lugar concreto que está escrito en un billete de papel pálido cuya tinta desaparece en el aire, en un abrir y cerrar de ojos.

Se sentó a mi lado, y me di cuenta de que sus ojos llevaban mucho tiempo esperando, demasiado tiempo observando las idas, las vueltas… demasiado tiempo escuchando megáfonos que hablan para nadie o tal vez para todos.

Su vida se perdió en el tiempo, los ángeles del pasado le envuelven y le encierran en una cortina de humo y niebla que hace que su alma no pueda escapar, que sus ojos no puedan ver mas allá.

Los primeros días de espera fueron los peores, las noticias sobre la guerra llegaban a sus oídos y dinamitaban sus fuerzas, sus esperanzas de verlo aparecer entre la gente, de reconocerlo entre el bullicio, de abrazarlo con fuerza y no soltarle nunca…

Pero con el tiempo dejó las ilusiones y las esperanzas apartadas, dejó que su cuerpo se fundiese con la estación, con los pensamientos de la gente que va y viene, y el ruido de los motores que parecen morir bajo los efectos de esta cárcel del olvido.

Se olvidó de quien era, a quien tenía que esperar, porque su mente y su corazón se han marchitado, se han desvanecido por culpa de la injusticia, por culpa del silencio de tantos años sin hablar, sin pronunciar palabra, sin ver los ojos que un día se apagaron lejos… muy lejos de donde ella está…

Me levanto despacio y desde las ventanas de este pequeño autobus miro su rostro perdido, observo su corazón abatido, y me doy cuenta de que soy uno más, un desconocido pasajero del destino, que no sabe cual será el final de su camino…

Un comentario sobre “La Estación del Olvido Deja un comentario

  1. Tu relato refleja angustia, y tristeza, el tiempo paralizado en esa estación, que acoje a desconocidos, y nos deja esperando algo que no se sabe si va a llegar.

    Muy bien relatado y descrito como siempre.

    Y como siempre, me han llegado unas partes que te cito:

    «…el lugar concreto que está escrito en un billete de papel pálido cuya tinta desaparece en el aire, en un abrir y cerrar de ojos.»

    «Me levanto despacio y desde las ventanas de este pequeño autobus miro su rostro perdido, observo su corazón abatido, y me doy cuenta de que soy uno más, un desconocido pasajero del destino, que no sabe cual será el final de su camino…»

    Como ya te dije con anterioridad, me gusta tu arte para hacer unos finales tan expléndidos.

    Fantástico.

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