El páramo

Suerte, brillo, fuego
y frases parapléjicas.
Desde arriba se contemplan
tus posturas de andar
liviano e insípido,
tus diatribas inútiles,
tus lloriqueos.
Guárdate de la libertad,
del juicio y la naturaleza.
Abraza el dinero, la fama,
el discurso infantil
y la filosofía
de cartón, de barro,
de navegantes sin guía.
Abrígame de este páramo,
sacude de niebla y llanto
el recuerdo que navega
y despídeme entre versos
fugaces de estrellas,
para moldear otro yo,
otro que camine limpio,
otro que beba, egoísta,
de tus abrazos.
Que se bañe y ría,
que tropiece y corra
en conjeturas de cuerpo
y pliegues de sombra.
Suerte, brillo, fuego
y el olvido rondando,
como agujero en ropa
de juegos de niño.
Abrígame de este páramo
como yo te abrigué un día, guardiana,
como hicieron las cartas a la sombra,
como pesaron los párpados en tu hombro
y el brillo de pestaña, y el fuego de tu cuello
y el salto al vacío de tu libre vuelo,
como funeral en primavera.
Abrígame y pídeme desaparecer entre barrotes,
de puntillas o gritando, saltando, riendo,
disparando a diestro y siniestro
como locos en una fiesta
de agujeros de ropa,
de rodillas de niño.