Autorretrato
Yo soy esto;
el señor » don nadie»,
el de las letras minúsculas,
el que no destaca, ni molesta,
ni hace ruido, ni lo busca…,
el que se ríe llorando,
el de las sombras más grandes
en los árboles más pequeños,
el acertijo que no se acierta, ni se presta
a olvidar el pasado, a dejar las cosas volar,
a borrar las historias, risas y el llanto…
El que se perdió en su historia inventada
de tres chicos y una mágica red
de silencios.
Esto soy yo;
el borrón, la mancha,
el dibujo inacabado
al margen de una libreta gris,
la broma macabra, el eterno «triste»,
el de las canciones «de llorar».
Yo soy el susurro de sí mismo,
el barrido de «flashbacks» en cada parte
de cada trozo de cada día que se evapora,
el niño de paja, el que desaparece,
el que se muere de ganas por volver a verte
y el que muerde su lengua
porque podría romperse.
Soy el que recuerda a un chico y una chica
jugando a ser filósofos en un patio
de colegio a eso de las doce,
el que dijo temer verte de viejo,
cruzarnos y no vernos,
perdernos en eso que llaman «tiempo»…,
donde me perdí durante meses y años
con castillos y reinas, fuego y estrellas
dentro de sí.
No, la vida no es dulce, ni bonita,
la vida es una broma macabra
de la que reírse muchas veces, muy fuerte
y tan grande como la brisa que te llevaste
en un suspiro de trenes a la espalda,
en un aguacero de resguardo de paraguas,
en una casa que cambiaron de color.
Esto soy yo (supongo);
una tenue luz
en un frasco de garbanzos vacío,
el de la broma tras el drama,
el de las soledades con alas,
el que sueña un día y otro
con ver esa última
puesta de sol.